jueves, 20 de noviembre de 2008

A otra cosa, Marisopla

Bueno, he decidido que voy a dejar esta historia ahí en el aire... jajaja. Así que ahora me dedicaré a poner relatos cortos, cortos pero que muy cortos, en plan: 5 profundas líneas que dan qué pensar *-* pillais, ¿no? Pues sus dejo con uno ^^

OSCURIDAD

Oscuridad. Sin luz, todo queda sumido en una profunda oscuridad, que te hace caminar sin saber a dónde, que te hace pisar sin saber en dónde. Ocultando secretos. Ocultando misterios. Impidiéndote avanzar hacia donde tú quieres. La oscuridad, ausencia de luz. Porque es esa oscuridad la que te impide ver tantas cosas y cometer tantos errores... Porque es la oscuridad la que te hace caer, y es la oscuridad la que te hace difícil volver a levantarte. Porque a veces la oscuridad, depende de la esperanza. Porque a veces, depende de la fuerza de uno mismo. Porque a veces, depende de un suspiro, o de un grito, o un portazo. O de un simple abrazo...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Cap. 1

Seit salió de la escuela a toda pastilla, hoy era su cumpleaños y la tarta le esperaba en casa. Ya se la estaba imaginando. Tarta de chocolate con más chocolate por encima, por los lados, por dentro, por fuera…
-Hum… -se relamía.
Aquella viciosa sustancia, cuyos nutrientes proporcionaban energía, cuyo sabor era tan irritantemente apetecible se le aparecía incluso en sueños. Había llegado al portal.
Su reflejo la observaba era el de una muchacha menuda de catorce años, (edad que no aparentaba), morena, de largos cabellos y ojos azules, cuyo hechizo eclipsaba a la misma luna.
Metió la llave en la ranura de la cerradura y accedió al interior del edificio. Llamó al ascensor preguntándose una y otra vez qué habría para comer, cómo sería la tarta y lo más importante: ¿cuáles iban a ser sus regalos? Cada año, su madre y su padre le hacían un regalo común y otro por separado. Solía ser secreto, lo que le daba mayor emoción al asunto.
Antes de que pudiera cambiar de llave para abrir la puerta del piso, su padre ya le esperaba en la puerta, sonriente.
-¡Papá! –Le abrazó.
-Cielo… Seit, has crecido un montón –dijo separándose de ella para verla mejor. Su progenitor trabajaba en una gran empresa, gracias (o no) a la cual se encontraba casi todo el año de viaje por Europa, Asia y África.
Seit y su padre fueron adentro. La felicidad de la muchacha vagaba por su estómago arriba y abajo, poniéndola nerviosa, quería contarle tantas cosas… él también había cambiado. Tenía aspecto de ejecutivo agresivo. Aspecto, que no habría tolerado en su futuro hacía veinte años, cuando contaba con escasos veintiuna primaveras.

Moon's Rain

PREFACIO

Una vez más estaba bajo la luz de la Luna esperando a que el agua se la tragara por fin. La marea comenzaba a subir, y ya le llegaba a los tobillos, pero a ella le daba igual, debía pasar, debía volver. La marea seguía subiendo más y más, su rubio cabello recogido en una larga coleta, rozaba la arena dibujando trazos sobre ella, abriendo surcos... una ola la había salpicado con fuerza, debía doblegarse, debía hacerlo. La fina lluvia comenzaba a hacerse con la oscuridad, con la luna, con el mar y con la muchacha.
Se levantó. Se rebeló. No iba a hacerlo. No quería. No tenía por que entregarse a algo que le había hecho tanto daño, y ni mucho menos a su niña, no tenía que entregar a su niña.
Corrió.
Corrió sin parar.
Corrió alejándose de la playa lo más que pudo.
Corrió protegiéndose a sí misma y corrió protegiendo a su niña.
Volvió a su casa, con su familia, bueno, más bien con aquellos que la habían cuidado, porque su familia estaba en el mar. Pero no iba a volver. Nunca.